Sobre mi miedo a ser un subproducto de la mirada masculina

María Sabine Santana
4 min readMay 22, 2022

Soy dura con las personas, lo sé. Soy muy dura conmigo, por lo tanto, me cuesta no serlo con los demás. Especialmente, soy dura con los hombres y en cuanto a mi relación con ellos. Crecí escuchando a mi madre, eterna opositora de las relaciones románticas. Ella decidió que no quería pagar el precio que implica una relación romántica con un hombre, mucho menos un matrimonio.

Crecí admirando su libertad, pero también crecí aprendiendo el costo social e individual de ser soltera. Por otro lado, ví lo que el amor, o el sexo, o la simple necesidad de validación masculina, le puede hacer a las mujeres: olvidaron cuidar de sus hijos, olvidaron cuidar de si mismas. Algunas perdieron a sus familias, otras pierden casas, trabajos, oportunidades. En mi país, algunas perdieron la vida.

Fluir, dejar ser, ir viendo, estar chill, dejar ir, ir conociendo a la persona. Todas esas son frases que me cuesta entender como otra cosa que una trampa. Será que la relajación romántica ha sido inventada por el hombre para entretener el espíritu de las mujeres mientras exprimen de nosotras lo que sea que quieran: amor, compañia, empatía, consejos, apoyo emocional, sexo. Claro, todas las relaciones son de un modo u otro un intercambio. Incluso el placer de dar sin esperar nada constituye un recibir.

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