Manifiesto contra la comida moderna

María Sabine Santana
3 min readJan 15, 2023

No se asusten: el título es puro clickbait. Este no es un manifiesto en contra de los frijoles de mi abuela -que nunca reveló su receta-, o contra el caldo de pollo de mi mamá -misteriosamente delicioso-; mucho menos en contra de las patitas crujientes de los chapulines combinados con guacamole de aguacate recién cortado. Lo que sí, es que esto es un manifiesto en contra de la comida moderna.

Cuando nos sentamos a comer todos los días, atendemos al funeral de nuestro planeta. En el café de moda de la Roma, con nuestro latte de almendras sembradas en California, que ocupó casi tanta agua como una playera de Zara; en el brunch con las amigas en un centro comercial de provincia, donde alguien pide un salmón pintado de rosa para sentirse más europea: un salmón teñido que en realidad viene del sur de Chile, donde causa problemas de contaminación en el mar tan graves que provocan la muerte de sus legítimos compatriotas acuáticos. En las casas de los suburbios gringos, donde las amas de casa le preparan un avocado toast a la familia, ansiosas por obtener los beneficios de este super food exportado desde tierras michoacanas, producidos por los mismos carteles que controlan el tráfico de drogas y la trata de personas.

Puedo decir lo obvio: que ni tú ni yo tenemos la culpa de nada de esto. Al contrario de lo que opinan algunos de mis colegas economistas, yo no creo que la oferta cree la demanda. En la época del capitalismo imperialista, las transnacionales crean la demanda y se encargan de satisfacerla. En su omnipresencia, le piden…

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