En defensa del berrinche femenino

María Sabine Santana
4 min readOct 7, 2022

La voz del otro lado del teléfono:

“Ahora sé que la forma en la que reaccionaste fue consecuencia de mis acciones”

Gracias. Ya lo sabía. Me lo dijo mi terapeuta durante meses. Me lo tuvo que repetir cada vez que yo le argumentaba que todo había sido mi culpa. Mi culpa por berrinchuda.

La impotencia encuentra salida, así sea por en medio del silencio y la injusticia. Para las mujeres, que durante milenios no fuimos consideradas sujetos de derecho, el berrinche es muchas veces el único camino que encontramos para imponer nuestra visión del mundo y para exigir nuestros derechos.

En la antigua Grecia, alabada por ser la primera sociedad en dónde el demos moderno tuvo lugar, no se consideraba a las mujeres como ciudadanas. Así es, tus filósofos favoritos del siglo 2 antes de Cristo eran unos machistas, para sorpresa de absolutamente nadie. No se creía que las mujeres tuviéramos la capacidad mental de elaborar un voto, mucho menos de participar activamente en las decisiones políticas.

En México, como en muchos otros países, no fuimos capaces de votar hasta el siglo pasado. De nuevo, fuimos tachadas de incapaces: emocionalmente explosivas e intelectualmente dominadas. Incluso hoy, se toman decisiones sobre nuestros cuerpos al negarnos el derecho del aborto. En Irán, se nos obliga a cubrirnos de pies a cabeza bajo a amenaza de multas, cárcel o asesinato. En algunos otros lugares del mundo, es imposible que una mujer abra una cuenta de banco sin la aprobación…

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